Humala en EE UU
El presidente electo de Perú, Ollanta Humala, hizo una visita Estados Unidos. Fue una de las prioridades de la agenda que se trazó cumplir en los días preliminares a su toma de posesión el 28 de julio. Su viaje comenzó por Brasil, en donde la presidenta Rousseff lo recibió con gestos de solidaridad. Visitó otros países de América Latina, Colombia y Ecuador entre ellos, y pospuso su viaje a Venezuela por las razones conocidas, pero llegará el momento.
El viaje a Washington no es ni puede ser una sorpresa, y menos aún, que el presidente Barack Obama lo haya recibido en la Casa Blanca. Durante su campaña electoral, ya había echado sobre la mesa las cartas con que orientará su gobierno. Para un gobernante que desee lograr para su pueblo los beneficios de las relaciones y de los intercambios multilaterales, nada más lógico que proceder así.
Ollanta Humala asumirá la presidencia de Perú en condiciones que resultan comprometedoras, porque los índices de crecimiento deben ser preservados y, en lo posible, incrementados.
Esto no se logra con dogmas estratégicos de la Guerra Fría, sino a través de las negociaciones y la búsqueda de intercambios económicos. Perú tiene un TLC con Estados Unidos, así como también con otros países. Recientemente se formó el grupo de países latinoamericanos con costas hacia el Pacífico, es decir, Chile, Colombia y México, además de Perú. De modo que los desafíos y las posibilidades no dejan lugar a dudas. Ese es el camino. No hay bienestar sin desarrollo. Y no hay desarrollo sin negociaciones económicas multilaterales.
Estos viajes y los diálogos sostenidos con jefes de Estado despejan el estilo y las metas que caracterizarán al nuevo gobierno peruano. Esto es importante resaltarlo, porque América Latina no está dispuesta a perder tiempo en duelos anacrónicos. Venezuela debe mirarse en este espejo. Nos estamos quedando solos, aislados y sin socios de nuestra misma condición económica. El gobierno venezolano se ha jugado su política económica, si se puede usar esta expresión, vinculándose con países como China, pero resultan ser relaciones de dependencia como en los viejos tiempos. Nuestro país se ha endeudado con China a futuro. Así obraban los viejos imperios.
Este tipo de vinculación condena a los países a la dependencia.
Paradójicamente, a esto se le llama "política exterior revolucionaria". Para tener relaciones equitativas en el mundo contemporáneo se requiere producir, con el fin de que los intercambios garanticen la no dependencia. Por ahora, vivimos a cuenta del petróleo como hace sesenta o setenta años..
En una palabra, el presidente Humala opta por la vía de Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, México, y la mayoría de centroamericanos, países que privilegian la producción nacional para competir y evitar convertirse en naciones dependientes de las importaciones. Ollanta Humala tendrá que acometer paralelamente políticas sociales que el pueblo peruano reclama.
El viaje a Washington no es ni puede ser una sorpresa, y menos aún, que el presidente Barack Obama lo haya recibido en la Casa Blanca. Durante su campaña electoral, ya había echado sobre la mesa las cartas con que orientará su gobierno. Para un gobernante que desee lograr para su pueblo los beneficios de las relaciones y de los intercambios multilaterales, nada más lógico que proceder así.
Ollanta Humala asumirá la presidencia de Perú en condiciones que resultan comprometedoras, porque los índices de crecimiento deben ser preservados y, en lo posible, incrementados.
Esto no se logra con dogmas estratégicos de la Guerra Fría, sino a través de las negociaciones y la búsqueda de intercambios económicos. Perú tiene un TLC con Estados Unidos, así como también con otros países. Recientemente se formó el grupo de países latinoamericanos con costas hacia el Pacífico, es decir, Chile, Colombia y México, además de Perú. De modo que los desafíos y las posibilidades no dejan lugar a dudas. Ese es el camino. No hay bienestar sin desarrollo. Y no hay desarrollo sin negociaciones económicas multilaterales.
Estos viajes y los diálogos sostenidos con jefes de Estado despejan el estilo y las metas que caracterizarán al nuevo gobierno peruano. Esto es importante resaltarlo, porque América Latina no está dispuesta a perder tiempo en duelos anacrónicos. Venezuela debe mirarse en este espejo. Nos estamos quedando solos, aislados y sin socios de nuestra misma condición económica. El gobierno venezolano se ha jugado su política económica, si se puede usar esta expresión, vinculándose con países como China, pero resultan ser relaciones de dependencia como en los viejos tiempos. Nuestro país se ha endeudado con China a futuro. Así obraban los viejos imperios.
Este tipo de vinculación condena a los países a la dependencia.
Paradójicamente, a esto se le llama "política exterior revolucionaria". Para tener relaciones equitativas en el mundo contemporáneo se requiere producir, con el fin de que los intercambios garanticen la no dependencia. Por ahora, vivimos a cuenta del petróleo como hace sesenta o setenta años..
En una palabra, el presidente Humala opta por la vía de Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, México, y la mayoría de centroamericanos, países que privilegian la producción nacional para competir y evitar convertirse en naciones dependientes de las importaciones. Ollanta Humala tendrá que acometer paralelamente políticas sociales que el pueblo peruano reclama.
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