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viernes, 22 de julio de 2011

Editorial El Nacional

Medidas esperadas
Una medida justa

La fiscal general, Luisa Ortega Díaz, anunció ayer que se habían expedido boletas de excarcelación para 44 presos, tomando en cuenta razones humanitarias debido a que estas personas sufren enfermedades graves. No obstante, se calcula que otros 10 reclusos son dignos de recibir, en los próximos días, la misma medida porque son víctimas de padecimientos de salud que exigen tratamientos médicos de urgencia. En total serían 54 los beneficiados de acuerdo con los criterios de la fiscal Ortega Díaz, aunque la cifra no está oficialmente confirmada.

En todo caso, los ciudadanos ven con buenos ojos la acciones positivas emprendidas por la titular del Ministerio Público porque se corresponden con los anhelos de la mayoría de la sociedad, en el sentido de que estas medidas humanitarias no podían ser retardadas por más tiempo. En manos de las autoridades existen pruebas médicas rotundas sobre los males de salud que estos presos vienen sufriendo y que exigen tratamientos permanentes y especializados.
El impacto positivo que estas medidas humanitarias tienen en la opinión pública no puede, desde luego, medirse apresuradamente en este momento pero, sin lugar a dudas, marca un significativo cambio de rumbo que llama a la reflexión. Que se rectifiquen los errores y que se abra un espacio de entendimiento entre los venezolanos ayuda muchísimo a superar tantos traumas colectivos y tantas tormentas de odio.
Medidas como éstas no debilitan al Gobierno ni le colocan a la defensiva, pero ayudan a crear un clima general de estabilidad tan necesario en estas horas de incertidumbre cuando el acicate del odio y del enfrentamiento entre los venezolanos sólo puede traer más daño que beneficios políticos. De manera que hay momentos que deben ser aprovechados para establecer puentes y diálogos que derroten a quienes sólo viven a la sombra de las rivalidades.
Un país no puede construirse al azar sino dando pasos concretos que produzcan resultados inmediatos. ¿Qué sentido tenía para el Gobierno mantener tras las rejas a Peña Esclusa, gravemente enfermo y víctima de un juicio que no tiene ni pies ni cabeza, que no se sustenta en nada serio judicialmente ni en algo que ponga en peligro la estabilidad de la república? Desde un primer momento fue un fiasco apresarlo y ahora se remienda en parte el error.
Igual sucede con el comisario Forero, aunque su caso es muchísimo más complejo porque se levanta sobre una hipótesis política que prejuzga y anticipa la necesidad no sólo de procesarlo sino de condenarlo a sabiendas de que las pruebas eran insuficientes y que los testimonios en contra no aguantaban una revisión policial seria.
De acuerdo con un despacho de AP, Yajaira de Forero, esposa del comisario, dijo que le estaban dando la libertad porque tiene un cáncer de próstata. De lo contrario continuaría allí. Es verdad, pero también hubo una presión constante de la opinión pública que jamás abandonó al comisario.

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