También reclaman
Mujeres encarceladas
Quienes desde el Gobierno pensaban que la crisis carcelaria había sido conjurada, pues se han quedado con los crespos hechos. Los sucesos acaecidos durante esta semana en varias cárceles del país demuestran todo lo contrario. Por ejemplo, en el Internado Judicial de San Felipe, en Yaracuy, un enfrentamiento entre reclusos dejó un saldo de 6 muertos y 17 heridos; en el Centro Penitenciario de Alayón, en Aragua, más de 80 presos llevaron a cabo una huelga de hambre; en la nueva cárcel de Yare III, modelo de "humanización carcelaria", también hubo un intento de motín que fue controlado a tiempo y, para rematar, las damas detenidas en el anexo femenino del Centro Penitenciario de Uribana, en el estado Lara, se declararon en ayuno el martes pasado pero, por fortuna, finalizaron ayer.
Las 190 mujeres recluidas en el anexo femenino de la cárcel de Uribana estaban protestando por el hacinamiento e irrespeto a sus derechos humanos. Este recinto apenas tiene capacidad para 70 personas. Pero lo insólito es que las presas muy pocas veces provocan situaciones de violencia o acuden al recurso de la huelga de hambre.
Se puede decir sin temor a equivocarse que las reclusas son más tranquilas y, aunque existen graves problemas dentro de esos recintos, ellas los enfrentan de manera diferente, sin llegar a protestas como la que esta semana se desarrolló en Uribana.
Pero así estarán de hartas de tanto hacinamiento, maltrato y atropellos a sus derechos humanos que decidieron subirse al techo de la prisión para ventilar sus protestas, pidiendo de paso la presencia del ministro de Interior Justicia, Tareck el Aissami, a ver si "humaniza" al menos ese anexo femenino que amontona a 190 mujeres. Si no son capaces de resolver un problema tan reducido ¿cómo esperan darle solución a la macro crisis de las cárceles para hombres? En Venezuela no hay más de 5.000 presas, pero apenas se cuenta con una sola cárcel de mujeres que es el Instituto Nacional de Orientación Femenina, en Los Teques. También se dispone de 13 anexos femeninos en varios estados del país: Apure, Aragua, Barinas, Carabobo, Falcón, Guárico, Lara, Mérida, Monagas, Nueva Esparta, Sucre, Táchira y Zulia. En estos recintos el problema del tráfico de armas y de violencia no es de la magnitud de los que albergan hombres.
Las damas privadas de libertad en verdad son las que más sufren cuando son encarceladas: en primer lugar, un gran porcentaje de ellas está allí por delitos relacionados con el tráfico de drogas, un gran número son extranjeras, la mayoría son abandonadas por sus familias. Aunado a eso, mientras en las cárceles de hombres la visita conyugal es libre a quien desee entrar con derecho a pernoctar allí, en las de mujeres ese derecho se reduce al INOF y sólo para un grupo reducido de reclusas. Una desigualdad evidente contra las mujeres.
Las 190 mujeres recluidas en el anexo femenino de la cárcel de Uribana estaban protestando por el hacinamiento e irrespeto a sus derechos humanos. Este recinto apenas tiene capacidad para 70 personas. Pero lo insólito es que las presas muy pocas veces provocan situaciones de violencia o acuden al recurso de la huelga de hambre.
Se puede decir sin temor a equivocarse que las reclusas son más tranquilas y, aunque existen graves problemas dentro de esos recintos, ellas los enfrentan de manera diferente, sin llegar a protestas como la que esta semana se desarrolló en Uribana.
Pero así estarán de hartas de tanto hacinamiento, maltrato y atropellos a sus derechos humanos que decidieron subirse al techo de la prisión para ventilar sus protestas, pidiendo de paso la presencia del ministro de Interior Justicia, Tareck el Aissami, a ver si "humaniza" al menos ese anexo femenino que amontona a 190 mujeres. Si no son capaces de resolver un problema tan reducido ¿cómo esperan darle solución a la macro crisis de las cárceles para hombres? En Venezuela no hay más de 5.000 presas, pero apenas se cuenta con una sola cárcel de mujeres que es el Instituto Nacional de Orientación Femenina, en Los Teques. También se dispone de 13 anexos femeninos en varios estados del país: Apure, Aragua, Barinas, Carabobo, Falcón, Guárico, Lara, Mérida, Monagas, Nueva Esparta, Sucre, Táchira y Zulia. En estos recintos el problema del tráfico de armas y de violencia no es de la magnitud de los que albergan hombres.
Las damas privadas de libertad en verdad son las que más sufren cuando son encarceladas: en primer lugar, un gran porcentaje de ellas está allí por delitos relacionados con el tráfico de drogas, un gran número son extranjeras, la mayoría son abandonadas por sus familias. Aunado a eso, mientras en las cárceles de hombres la visita conyugal es libre a quien desee entrar con derecho a pernoctar allí, en las de mujeres ese derecho se reduce al INOF y sólo para un grupo reducido de reclusas. Una desigualdad evidente contra las mujeres.
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