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martes, 26 de julio de 2011

Editorial El Nacional

Rodeo I y II
Las otras heridas

La capacidad del Gobierno para esconder la desastrosa realidad que se siente y se padece a lo largo del país merecería quizás un aplauso de quienes hacen su propaganda sino fuera porque, detrás de esa gran mentira, se esconde un cinismo mayúsculo que se burla de la Venezuela que sufre y lucha por sobrevivir en condiciones infrahumanas.

Estas afirmaciones pueden sonar al martillo que cae sobre el mismo yunque desde hace mucho tiempo, sin que salte la chispa que permita un cambio de rumbo que tanto se necesita para evitar que el país siga rodando hacia el abismo. Y es aquí donde el periodismo juega un papel de primordial importancia cuando asume el desmontaje de las mentiras del poder.
Este domingo, El Nacional en las páginas dominicales de Siete Días , publicó un recorrido por los alrededores de las cárceles Rodeo I y II. Nuestra reportera habló con la gente que sobrevive en condiciones extremas de pobreza e inseguridad en esos barrios donde la acción del gobierno apenas llega para dar limosnas o entregar promesas que no van a cumplirse jamás. Sería interesante que quienes hoy gastan energías en postularse como candidatos presidenciales se pasearan por allí, pero no para recolectar votos sino para construir proyectos para esta gente abandonada.
La pobreza y la desesperanza que se nota en el reporte investigativo de la periodista Adriana Rivera, de Siete Días, es espeluznante y conmueve por exponer la gran mentira oficial de que la pobreza extrema está de capa caída. Al contrario, está allí muy presente en las declaraciones de la gente que vive de manera miserable en los ranchos, que desmienten las mediciones que dicen que ha aumentado la alimentación y el consumo de productos de la cesta básica, como lo proclama oficialmente el jefe de estadísticas.
En el reportaje de Siete Días, los habitantes de los barrios cercanos a los recintos penitenciarios Rodeo I y II denuncian no sólo sus condiciones miserables de vida sino también el asedio que han sufrido en el transcurso de las semanas en que la Guardia Nacional Bolivariana y unidades del Ejército bolivariano convirtieron esa zona popular en un escenario de guerra.
A los habitantes los militares les inhabilitaron la posibilidad de acudir a sus trabajos, a los niños de acudir a sus escuelas, a las amas de casa comprar alimentos para su familia y a los comerciantes y transportistas prestar servicio a una comunidad que nada tenía que ver con ese despelote ocasionado por los ministerios de Relaciones Interiores y Justicia y de Defensa.
Ellos estaban tranquilamente en sus casas, construidas con tanto esfuerzo y voluntad y de repente llegan unos comandos militares y convierten su vida en "una guerra de Vietnam", como dijo el general Mota de la GNB. Los habitantes de los alrededores de Rodeo recibieron una lluvia de balas, no de los reclusos sino de la FAN. Es lo que dicen ellos, los del barrio y lo que la Fiscalía debería investigar.

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