Humala en duda
No hay duda de que los latinoamericanos estábamos pendientes del discurso inaugural del presidente de Perú, Ollanta Humala. La región ha estado tan sometida a experimentos y remedos de esquemas fracasados que había algo más que curiosidad. O mejor, legítimo interés por las definiciones ideológicas que servirán de referencia a los peruanos y a los latinoamericanos.
No cabe duda de que estas son las líneas de la democracia y de los gobiernos que no aspiran a hacerse amos de los países, de sus recursos, de su destino, a través de la división de la sociedad y de la discriminación. Por eso esta percepción optimista sobre el futuro inmediato de Perú.
El Presidente fue claro, no dejó espacios para las especulaciones, se definió y definió sus objetivos. Respeto a los derechos humanos, respeto al orden constitucional, a la alternación democrática, y, algo verdaderamente fundamental, respeto a la libertad de expresión. Reformas sociales, combate a fondo contra la corrupción, delitos, dijo el Presidente, que no deben prescribir.
Prometer transparencia en esta época es definitorio. Esta es la era de la informática, y por consiguiente, los manejos turbios de los gobiernos son doblemente turbios, porque la información que debía estar al alcance de los ciudadanos se les escamotea de manera arbitraria. Van contra la ley. Vulneran la ética. Se burlan de la gente. Gobiernos que no sean transparentes en esta etapa ya están marcados. Humala comprende que la liberad de expresión contribuirá a que él y su equipo lo hagan lo mejor posible. La libertad de expresión es un auxilio del buen gobierno.
Al anunciar sus líneas de política exterior, el Presidente privilegió Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones. Estos dos elementos indican que Perú irá por buen camino. Que mirará al desarrollo integrado como una palanca que estimule la equidad y que sirva para armonizar la región. La CAN ha perdido tiempo y se ha debilitado por las políticas inconsistentes y discriminatorias de Venezuela en materia económica regional.
Ollanta Humana, en una palabra, ha enviado un mensaje de confianza en el futuro de la región. Vendrán las cumbres y las reuniones económicas, los contactos y las negociaciones bilaterales, vendrán definiciones más precisas, sin que necesariamente todo el mundo coincida con ellas, pero en lo sustancial, Perú será un referente democrático en América Latina. Un referente necesario, porque los saltos atrás y los propósitos autocráticos actúan de manera incesante.
En tiempos tan azarosos, resulta muy estimulante constatar el hecho de que los rumbos del Presidente peruano continuarán la línea ascendente de la economía con el necesario e inteligente acento en programas sociales orientados a combatir la pobreza y la exclusión. Humala pronunció un discurso inteligente, y se inspiró en líderes peruanos reformistas de la sociedad.
No cabe duda de que estas son las líneas de la democracia y de los gobiernos que no aspiran a hacerse amos de los países, de sus recursos, de su destino, a través de la división de la sociedad y de la discriminación. Por eso esta percepción optimista sobre el futuro inmediato de Perú.
El Presidente fue claro, no dejó espacios para las especulaciones, se definió y definió sus objetivos. Respeto a los derechos humanos, respeto al orden constitucional, a la alternación democrática, y, algo verdaderamente fundamental, respeto a la libertad de expresión. Reformas sociales, combate a fondo contra la corrupción, delitos, dijo el Presidente, que no deben prescribir.
Prometer transparencia en esta época es definitorio. Esta es la era de la informática, y por consiguiente, los manejos turbios de los gobiernos son doblemente turbios, porque la información que debía estar al alcance de los ciudadanos se les escamotea de manera arbitraria. Van contra la ley. Vulneran la ética. Se burlan de la gente. Gobiernos que no sean transparentes en esta etapa ya están marcados. Humala comprende que la liberad de expresión contribuirá a que él y su equipo lo hagan lo mejor posible. La libertad de expresión es un auxilio del buen gobierno.
Al anunciar sus líneas de política exterior, el Presidente privilegió Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones. Estos dos elementos indican que Perú irá por buen camino. Que mirará al desarrollo integrado como una palanca que estimule la equidad y que sirva para armonizar la región. La CAN ha perdido tiempo y se ha debilitado por las políticas inconsistentes y discriminatorias de Venezuela en materia económica regional.
Ollanta Humana, en una palabra, ha enviado un mensaje de confianza en el futuro de la región. Vendrán las cumbres y las reuniones económicas, los contactos y las negociaciones bilaterales, vendrán definiciones más precisas, sin que necesariamente todo el mundo coincida con ellas, pero en lo sustancial, Perú será un referente democrático en América Latina. Un referente necesario, porque los saltos atrás y los propósitos autocráticos actúan de manera incesante.
En tiempos tan azarosos, resulta muy estimulante constatar el hecho de que los rumbos del Presidente peruano continuarán la línea ascendente de la economía con el necesario e inteligente acento en programas sociales orientados a combatir la pobreza y la exclusión. Humala pronunció un discurso inteligente, y se inspiró en líderes peruanos reformistas de la sociedad.

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