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lunes, 23 de abril de 2012

Editorial El Nacional



Reparto del pastel
Generales en la mira


¿Qué pasa realmente en Venezuela? se preguntan los mandatarios de este continente y las autoridades militares y policiales que luchan contra el narcotráfico y el crimen organizado. No menores son las inquietudes de los periodistas que siguen de cerca el curso de los acontecimientos en América Latina.
Por otra parte, los partidos, las organizaciones civiles y los ciudadanos de a pie, así como los militares rojitos y los que en su mayoría son institucionalmente tricolor, es decir, que obedecen a la bandera venezolana y no a la cubana de Fidel Castro, se encuentran sumidos en la incertidumbre de un país sin Presidente. Es un verdadero insulto al pueblo venezolano gobernar por Twitter desde La Habana, como bien lo dijo el candidato Henrique Capriles a los medios de comunicación.

Pero más grave aún es que nadie sabe quién escribe esos mensajes, si es el que está en las últimas, según los rumores que circulan por allí, o si se los dicta Fidel que, como bien sabemos, perdió hace tiempo lo poco que le quedaba de razón en su cabeza alucinada.
Que el Presidente llegue de repente de La Habana maquillado por dentro y por fuera para dar la imagen de que todavía le queda tiempo y salud para poner orden en su carcomido gobierno no debe sorprender a nadie. Si los cubanos son expertos en mantener con vida a ese cadáver andante que es Fidel, más rápido lo pueden hacer con un hombre que todavía tiene reservas para enmascarar lo que algunos califican de sus últimos días.
Lo preocupante es que, como dicen los campesinos venezolanos, no han velado el muerto y ya los zamuros están revoloteando en los alrededores. Para Chávez resulta fundamental regresar a Venezuela y tratar de poner orden entre sus huestes que, por lo que se ve últimamente, no sólo se están destruyendo en sus entrañas sino que también están minando la disciplina militar y el deber de obedecer a jefes de cuya moral y comportamiento ético dudan en extremo.
No es normal para los venezolanos que maten en un restaurante de comida rápida al general Aguilarte, que fue de confianza de Chávez y que llevaba una vida ostentosa más allá de su sueldo como oficial. También fue gobernador de Apure, el estado por excelencia para las pistas de aterrizaje del narcotráfico. Al parecer, por la forma en que actuaron, lo mataron unos sicarios. Esa versión ha sido respaldada de alguna manera por el propio gobernador de Aragua, el ex ministro de Finanzas Isea. Sus razones tendrá.
Pero ahora surge otra sorpresa. Ayer AP enviaba al exterior un despacho en el cual se detalla la muerte del general retirado del Ejército Wilmer Moreno en Barcelona, Anzoátegui. "La Fiscalía General dijo que comisionó a un fiscal nacional y a otro de Anzoátegui para dirigir la investigación por la muerte de Moreno", que fue subdirector de la Dirección de Inteligencia Militar y, desde luego, amigo íntimo de Chávez. ¿Lo mataron para que no hablara? ¿A quién le convenía su muerte?. 

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