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martes, 24 de abril de 2012




Escasez y desempleo
País a la deriva

Venezuela se ha convertido en un país sin rumbo, sin ley, sin seguridad para las personas, sin seguridad jurídica para quienes aquí producen y han invertido a través de décadas. Extraña anomalía. Pongamos un minuto de atención: mientras dependemos cada día más de las importaciones, en la misma forma e intensidad el Gobierno de la revolución bolivariana se obstina en ahogar con mayores trabas y restricciones a las empresas que trece años después de tan erradas políticas aún sobreviven aquí.
En otras palabras, el Gobierno le abre las puertas a las importaciones de todo tipo, y mediante sus tácticas de obstrucción, represión, manipulación de divisas, regulaciones, hostilidad permanente, no le deja a las empresas otra alternativa que la de irse de nuestro país, mudarse a Colombia, México, Panamá, República Dominicana.

Consecuencia de estas estrategias llamadas "socialistas", es el fenómeno de la migración de empresas. Se van a producir a otros países donde se les garantiza seguridad jurídica, acceso equilibrado a las divisas necesarias para su funcionamiento, y algo que aquí tendrá consecuencias graves: crearán en esos nuevos destinos las fuentes de empleo y de trabajo que dejarán de ofrecer a los venezolanos. En conclusión, más desempleados, más gentes echadas a la calle, especialmente jóvenes. Más venezolanos que tendrán que refugiarse en las precarias misiones electoreras del aparato oficial, como único recurso de sobrevivencia.
Esta perniciosa política de estrangular a la población, dejarla sin fuentes de empleo, condenarla a la misericordia oficialista parece ser una de las razones políticas de la campaña contra las empresas y contra los inversionistas en Venezuela, fuere cual fuere el lugar de origen de las inversiones y la calidad o especie de lo que producen. Al Gobierno le interesa que en Venezuela desaparezca la producción nacional. Trece años de guerra declarada contra el capital privado están dando sus frutos amargos.
¿Cómo puede una empresa programar su producción sin la certidumbre de disponer de materias primas, sin contar de antemano con la garantía de que recibirá las divisas necesarias, y, en última instancia, la dependencia del azar, no saber cuál puede ser la decisión gubernamental que de manera inesperada le haga caer la guillotina de un decreto confiscatorio? En un país donde todo depende del humor o de los intereses electorales del Presidente de la República, o del partido oficial, todo confluye en un clima adverso.
En una palabra, esto explica por qué buen número de las empresas que sobreviven aquí dejará de invertir en 2012, bajará fatalmente la producción e incluso, el empleo.
A la madeja de controles rigurosos previstos o inesperados, a la Ley de Costos y Precios Justos, se añadirá ahora la Ley Orgánica del Trabajo que se anuncia desde La Habana como de aprobación inminente. El "socialismo" avanza, la escasez y el desempleo también.