@xabiercosco
En los últimos días de agosto de 2021 se han producido tres incidentes reflejados en los medios de comunicación y en las redes sociales que nos pintan un panorama bastante negativo de la Fuerza Armada Nacional. Del comportamiento de una parte de sus integrantes.
Al primero que nos vamos a referir es a lo ocurrido en el estado Mérida, donde los militares impidieron el paso de un grupo de compatriotas que se dirigía a la población de Tovar para llevar insumos y ayudar a las personas víctimas de las inundaciones. Quienes encabezaban la misión de ayuda son miembros de la Iglesia Católica y fueron maltratados por los militares que no permitieron que la ayuda llegara a quienes la necesitaban, impedimento que no tiene ninguna razón lógica que lo sustente.
Ni el ministro d la Defensa ni el titular de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, ni el jefe de la ZODI o de la REDI han dado la cara por esta decisión, nadie ha asumido la responsabilidad de la misma, pero es seguro que quien detuvo la ayuda no se manda solo.
El segundo incidente se produjo en la frontera con Colombia en uno de los ríos que sirven para separar a ambos países. Se observó a un militar venezolano que estaba en la ribera colombiana del río y que pretendía revisar unas lanchas, según lo que aseguraban los que tripulaban las embarcaciones. Alguno de ellos le dijo claro y raspao si no estaban cansados de robar y le recordó que se encontraba en otro país.
El tercer caso se produjo en el oriente de Venezuela, donde un
suboficial de la Guardia Nacional es agredido por unos presuntos
delincuentes quienes, exhibiendo su armamento, le increpan, lo golpean y
lo acusan de agredir a los pobladores de la zona, de abusar de ellos.
Es un hecho lamentable y condenable que refleja el poco respeto que se
tiene sobre los militares en buena parte del país.
La imagen que los venezolanos, nos atrevemos a asegurar que es la mayoría, tienen de los integrantes de cualquiera de los componentes de la Fuerza Armada Nacional es negativa. Debe haber muy pocos venezolanos, si es que hay alguno, que no haya sido víctima de algún abuso de un uniformado. La matraca en las alcabalas o bombas de gasolina ya es algo “normal” que pica y se extiende por todo el país.
Lo más grave de todo esto es que no se ve ninguna intención, ninguna decisión, ninguna iniciativa para que la situación sea revertida. Suponiendo que la mayoría de los militares sean personas honestas, su silencio, su pasividad ante lo que ocurre los está haciendo cómplices de todos estos abusos y atropellos.
El ministro de la Defensa, tan activo en las redes sociales, no dice ni una palabra sobre esta materia. Seguro que conoce lo que ocurre, porque ya es un clamor nacional el que existe sobre los abusos que se cometen.
Tal vez, es una hipótesis, el dejar hacer es una manera de mantener la lealtad de la mayoría de los integrantes de la Fuerza Armada Nacional. Esos pequeños “negocios” ayudan a generar los ingresos necesarios para vivir, algo que no puede hacer con el sueldo que reciben. Esta es una posibilidad. La otra es que se han convertido en un ejército de ocupación en su propio país y actúan en consecuencia.
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