En el marco de los actos conmemorativos por el 80° aniversario del Día de la Victoria en Moscú, Nicolás Maduro aprovechó de reunirse con el presidente de China, Xi Jinping, en lo que representa un nuevo intento del líder del chavismo por afianzar alianzas internacionales en medio del repudio global que enfrenta tras el controversial proceso electoral del pasado 28 de julio de 2024.
Este encuentro bilateral, realizado al margen de la celebración, marca el segundo en menos de un año entre ambos líderes, luego de su participación conjunta en la XVI Cumbre de los Brics en octubre de 2024.
En aquella oportunidad, Maduro y Xi Jinping ratificaron su intención de fortalecer una “comunidad de destino compartido” basada en la cooperación y el rechazo a lo que califican como “agresiones de poderes hegemónicos”.
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Durante la conversación en Moscú, Maduro destacó nuevamente la «amistad de hierro» que, según sus palabras, une a Venezuela y China, una narrativa que ha sostenido mientras su Administración enfrenta severas críticas por la falta de transparencia electoral y la represión interna.
Un nuevo intento de legitimación internacional
La visita de Maduro se produce a menos de un año del fraude en las elecciones presidenciales del 28 de julio, donde fue proclamado vencedor sin que el Consejo Nacional Electoral (CNE) divulgara públicamente las actas mesa por mesa, ni los resultados desglosados por municipios o estados.
Diversas organizaciones nacionales e internacionales denunciaron serias irregularidades, incluyendo el impedimento a la participación de candidatos opositores, censura mediática y la ausencia de observación electoral independiente.
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Ante esta situación, el régimen ha redoblado esfuerzos por afianzar sus vínculos con aliados estratégicos como China, país que ha sido un soporte clave en términos financieros, energéticos y diplomáticos.
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