Estados Unidos reforzó este jueves la presión sobre Irán con una nueva ronda de sanciones dirigida contra la llamada ‘flota fantasma’ que Teherán utiliza para exportar petróleo de forma encubierta y esquivar las restricciones en todo el mundo. El Departamento del Tesoro anunció penalizaciones oficiales contra 29 petroleros y varias empresas navieras implicadas en el transporte de crudo y derivados iraníes, además de señalar a un empresario egipcio acusado de facilitar estas operaciones desde distintos países. La Casa Blanca sostiene que esas ventas ilegales financian acciones militares y de seguridad del régimen iraní y subraya que seguirá utilizando el instrumento sancionador para cortar esa fuente de liquidez.
Por David Alandete | ABC
La decisión llega pocos días después de que fuerzas estadounidenses se incautaran frente a las costas de Venezuela del petrolero The Skipper, un buque que llevaba años bajo sanciones por su vinculación con redes de contrabando de crudo iraní y que, según Washington, también había sido utilizado para transportar petróleo venezolano. El propio Donald Trump anunció la operación desde la Casa Blanca, mientras el Departamento de Justicia difundía imágenes de helicópteros y fuerzas especiales tomando el control del barco. El episodio anticipó el endurecimiento del pulso económico y legal que ahora formalizan el Tesoro y el Departamento de Estado.
Desde Washington se insiste en que estas sanciones no son simbólicas ni se limitan a engrosar listas burocráticas. El objetivo declarado es paralizar físicamente la operatividad de la ‘flota fantasma’. Al bloquear buques concretos, empresas gestoras y propietarios, cualquier activo bajo jurisdicción estadounidense queda inmovilizado y se prohíbe a personas o compañías de EE.UU. operar con ellos. En la práctica, esto dificulta el acceso a seguros, financiación, puertos, servicios técnicos y transacciones internacionales, encarece cada envío y multiplica los riesgos logísticos. La lógica es simple: hacer que cada barril exportado resulte más caro, más lento y más vulnerable.
El Tesoro sostiene que el propósito final no es castigar por castigar, sino privar a Irán de los ingresos petroleros que, según Washington, se destinan a programas militares, a redes de seguridad y a aliados armados en Oriente Próximo. «Seguiremos privando al régimen de los ingresos que utiliza para financiar su aparato militar y sus programas de armas», resumió el subsecretario para Terrorismo e Inteligencia Financiera, John K. Hurley. Las sanciones se adoptan al amparo de la orden ejecutiva que apunta directamente a los sectores petrolero y petroquímico iraníes y forman parte del memorando presidencial que reinstauró la política de máxima presión tras el regreso de Trump al poder.
Documentos publicados recientemente por ABC describen cómo el chavismo ha desviado durante años miles de millones de dólares procedentes del petróleo para sostener al régimen iraní y contribuir tanto a su programa nuclear como a su red de influencia exterior. Un informe entregado a la Fiscalía de EE.UU. y a la Casa Blanca por exagentes de inteligencia y ex altos cargos venezolanos cifra en 7.821 millones de dólares los fondos canalizados directa o indirectamente hacia Irán mediante fondos binacionales, créditos chinos, empresas públicas y proyectos industriales ficticios diseñados para evadir sanciones.
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