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viernes, 17 de octubre de 2025

Sin abandonar la rutina, los venezolanos toman medidas discretamente por temor a un ataque de EEUU por tierra

 


El volumen de la rutina y de la música no ha bajado en la cotidianidad de los venezolanos. Cerca del centro de Caracas, en el Teatro Teresa Carreño, se estrenó un musical a casa llena, días después de que una conocida fiesta de salsa reuniera a más de 1.000 personas en el oeste de la ciudad. También comenzó la temporada de béisbol mientras la ciudad sigue su ritmo. El tránsito, las calles y los mercados muestran escenas habituales, pero, a un volumen más bajo, casi entre murmullos, se suma cada vez más a la conversación el tema del despliegue de buques de guerra estadounidenses en el mar Caribe y el temor de un posible ataque por tierra. Y con esto, pequeños cambios en el día a día.

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Por cnnespanol.cnn.com




“El venezolano lo que vive es en angustia pensando qué puede pasar”, dice Ivonne Caña mientras camina a media tarde por Chacao, un municipio del este de Caracas. Angustia y a la vez cierta esperanza de un cambio. “Dios quiera que fuera así, que todo fuera otro cambio para nosotros, porque esto cada día va de mal en peor. Y pidiéndole a Dios con fe que todo cambie”, dice Caña al asegurar que ha pensado en la posibilidad de que haya un giro político en Venezuela a raíz de las presiones de Estados Unidos, aunque aclara que desea que dicha transformación transcurra en paz.

Algunos sectores de la sociedad también suscriben la posibilidad de un cambio, pero con cautela. En los últimos días, en al menos 10 universidades del país fueron desplegadas pancartas con mensajes como “Está pasando… libertad loading 95%”, como una forma de protesta pacífica en espacios donde los temas políticos difícilmente se abordan por temor a la respuesta del Gobierno.

Venezuela atraviesa turbulencias internas, fundamentalmente por una economía en profunda crisis. Pero las presiones externas son las que se han acelerado notablemente en los últimos meses. Estados Unidos anunció este martes el quinto ataque a una pequeña embarcación en aguas internacionales en el Caribe, que supuestamente transportaba drogas, aunque, como en los cuatro casos anteriores, Washington no presentó pruebas.

A su vez, el presidente Donald Trump dijo que autorizó a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a operar en Venezuela para frenar los flujos de inmigrantes indocumentados y el tráfico de drogas provenientes de ese país sudamericano. Aunque no precisó si la agencia tendría autoridad para ir en contra del presidente Nicolás Maduro, este anuncio eleva la tensión entre ambos países. Y, en medio de toda esta crisis, el pasado viernes se anunció que la ganadora del Premio Nobel de la Paz era María Corina Machado, principal líder opositora al régimen de Maduro y actualmente en la clandestinidad, que ahonda en la presión internacional sobre el líder chavista.

Pequeños cambios en la rutina, como muestra del temor subyacente

Con todo, los venezolanos intentan mantener la rutina, aunque, de a poco, algunos adoptan pequeños cambios. Caña, que es cocinera, dice vivir en la incertidumbre y, preocupada por su familia, compra un poco más de comida que de costumbre para tener algo adicional almacenado en casa. El miedo, confiesa, se siente más en la noche: “No dormimos bien”.

En otro punto de la ciudad, Leonardo Urbáez conduce tranquilamente su taxi desde el este con destino al centro histórico de la capital. Se define como chavista y, desde hace unos años, pertenece a la reserva militar. Conversando con unos y otros en sus recorridos diarios, asegura haber notado cierto nerviosismo en las calles. Considera que se ha llegado a un punto en el que se está como en el cuento del lobo. “Todo el mundo asustado, pero después el lobo llega y se queda ahí”.

Urbaez analiza el pulso político entre Caracas y Washington y saca sus propias conclusiones: “Estados Unidos siempre va a buscar negociar lo mejor para ellos, no para Venezuela ni para ningún país”, sentencia.

En todo caso, este taxista dice tomarse la crisis con tranquilidad porque, pese a las tensiones, en su opinión, el desenlace será inevitablemente negociado. “Esto no va para ningún lado”. Sin embargo, aclara que sabe perfectamente cómo usar un arma y que se pondrá a disposición del gobierno si se presenta un conflicto.

Daniela, profesional independiente caraqueña, cuida lo que dice y prefiere no ser identificada con su nombre completo por temor a represalias. Procura, dice, llevar su vida “lo más normal posible para las circunstancias”, aunque admite que en los últimos meses ha evitado alejarse demasiado de su casa o salir de la ciudad sin necesidad.

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