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domingo, 14 de agosto de 2011
De la Gran Recesión al laberinto de la deuda
Caracas.- Después de millonarias inyecciones de dinero a la banca, severos ajustes que agitan las calles, liquidez a borbotones y cumbres de jefes de estado, las convulsiones de la aristocracia de la globalización no desaparecen.
Esta semana ha quedado claro que Estados Unidos se aproxima a una nueva recesión o a un período de muy bajo crecimiento, mientras que la Unión Europea no encuentra la salida al alto endeudamiento y al desequilibrio en las cuentas públicas que ha obligado a intervenir, para su rescate, a las economías de Grecia, Portugal e Irlanda.
El resultado es el regreso del pánico a las principales bolsas del mundo, declive de los precios del petróleo y pérdida de bienestar para miles de familias.
Se trata de una crisis que no desaparece sino que cambia, se transforma, de estallido de burbuja hipotecaria a bancarrota financiera, luego a Gran Recesión y ahora crisis de deuda en las finanzas públicas con erosión de monedas.
Un viaje al pasado revela que la tormenta comienza a gestarse a principios de siglo cuando Allan Greespan, presidente de la Reserva Federal, institución que cumple el rol de banco central en Estados Unidos, responde al crac de las empresas punto com y al ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 con una rebaja de tasas de interés que abarata los préstamos hipotecarios.
La estrategia coincide con el inicio del incremento en el precio de las materias primas y los países exportadores de petróleo comienzan a enviar miles de millones de dólares a Estados Unidos junto a China, potencia emergente en el tablero y en menor proporción, un revitalizado Japón.
La mezcla de bajas tasas de interés y liquidez abundante le da alas al crédito hipotecario, el precio de las viviendas se dispara y Wall Street se vale de un entorno de mínima regulación para crear exóticos productos financieros.
Lo común en el negocio bancario es estudiar en detalle a quien solicita financiamiento para comprar una vivienda, prestarle el dinero y luego cobrar las cuotas para recuperar el capital más los intereses.
La innovación de Wall Street consistió en empaquetar grupos de préstamos hipotecarios para confeccionar bonos y luego venderlos en el mercado financiero global.
Las entidades bancarias y una madeja de organizaciones financieras sin supervisión ya no conservaban el crédito y el riesgo en sus balances, sino que lo transformaban en un bono del cual se desprendían y por tanto ya no existían mayores incentivos para evaluar la capacidad de pago del deudor.
Masivamente se va a financiar a clientes catalogados como subprime, es decir, riesgosos y con un historial de atrasos en pagos y, cada vez, de manera más expedita.
Mientras los reguladores permanecían ciegos surgieron los préstamos con poca entrega de documentos para verificar el récord de pago o el balance personal, luego aquellos donde no hacían falta credenciales y los NINJA (no income, no job and no assets).
Así el solicitante recibía rápidamente su crédito, quien agrupaba las hipotecas en bonos una comisión, el banco que otorgaba el préstamo una rápida ganancia al vender el bono y el inversionista que lo compraba altos rendimientos porque obtenía los pagos del propietario de la vivienda.
Bancos como Bearn Stearns, Merrill Lynch, Citigroup y fondos de inversión vendían los bonos a entidades financieras de todo el mundo.
Se creía firmemente en que el precio de las viviendas no dejaría de aumentar y el deudor podría venderla para pagar el crédito en caso de no poder cumplir con sus cuotas, pero surgió el temblor.
El índice de S&P Case-Shiller registra que en promedio, en las 20 grandes ciudades de Estados Unidos, el valor de las viviendas crece 16% en 2004, experimenta otro robusto salto de 15,52% en 2005 y en 2006 tan sólo avanza 0,6%.
En 2007 surge un desplome de 9% y al contrastar el cierre de julio de 2008 con julio de 2006 aflora un drástico declive de 19,5%.
La burbuja inmobiliaria explotó, los bonos respaldados por las hipotecas comenzaron a ser vistos como tóxicos porque los clientes subprime tenían una deuda superior al valor de las viviendas y los grandes bancos con los papeles atascados en sus portafolios registraron pérdidas relevantes.
La morosidad se disparó y el punto más álgido de esta primera etapa de la crisis llegó el 15 de septiembre de 2008 cuando Lehman Brothers, miembro de la realeza bancaria, se declaró en quiebra.
Para impedir que el resto de las principales torres bancarias siguiesen a Lehman el gobierno de Estados Unidos anunció la mayor intervención en la economía desde la Gran Depresión y autorizó al Tesoro a emplear hasta 700 mil millones de dólares para sostener a la banca.
Las grandes torres financieras de Europa habían colocado importantes sumas de dinero en inversiones ligadas al mercado hipotecario de Estados Unidos y por tanto, la creciente percepción de riesgo llegó en segundos a las grandes capitales del viejo continente.
El 12 de octubre la virulencia de la crisis reunió en París a los presidentes de los quince países que comparten el euro e Inglaterra, para debatir y concertar políticas.
El bloque europeo decidió que cada gobierno desembolsaría, de acuerdo con el nivel de fragilidad de su rompecabezas financiero, los recursos necesarios para fortalecer el capital y asegurar la solvencia. Además, se adoptó un plan para avalar las operaciones interbancarias a fin de restaurar la confianza entre las entidades.
Recesión total
En 2008 la vida de los estadounidenses cambió bruscamente. Los días en que las familias nadaban en efectivo, no tenían que preocuparse por el desempleo y miraban complacidas cómo el dinero invertido en la Bolsa de Nueva York aumentaba mes a mes quedaron atrás.
El declive en el precio de las viviendas acabó con la posibilidad de obtener financiamiento garantizado por los inmuebles, el pánico desatado por la quiebra de bancos presionaba a la baja el valor de las acciones en Wall Street y sólo en el tercer trimestre de 2008 la riqueza de las familias cayó 2,81 trillones de dólares.
El declive del consumo impactó a las empresas y surgió la recesión en el país que actúa como el principal combustible de la economía mundial, de hecho, representa 25% del producto interno bruto global y constituye un mercado clave para las exportaciones del resto del mundo.
Así Europa también cayó en recesión y el crecimiento de la mayoría de los países perdió ímpetu obligando a los gobiernos y los bancos centrales a implementar medidas para revertir la tendencia.
El Universal
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